Taller de astronomía en kínder y prekinder: buscando los científicos del futuro
Los niños y niñas -de cuatro y cinco años de edad- se turnan animadamente para observar en los dos galileoscopios (que permite ver los cráteres de la Luna, los anillos de Saturno, las cuatro lunas mayores de Júpiter, cúmulos de estrellas y estrellas dobles), mientras otros recortan figuras humanas -los astronautas-, algunos pegan vasos plásticos para construir las naves espaciales de sus astronautas, y otros persiguen a quien lleva puesto el único casco del astronauta del proyecto. Una vez a la semana, los prekínder A y B, y los kínder A y B del colegio Carlos Condell de la Haza del sector Las Compañías, en La Serena, reciben la visita de la profesora de Tecnología María Rebeca López, quien desarrolla un taller de astronomía ideado especialmente para estos niveles educacionales.
María Rebeca López es una veterana en la enseñanza de la astronomía a estudiantes. Comenzó en 2003 con alumnos de segundo ciclo básico; años después se especializó en un entrenamiento para profesores de América Latina realizado en California; luego amplió los talleres a niños de primer ciclo, y este año, comenzó con los pequeños de prekínder y kínder. “Es fundamental desarrollar la capacidad de observación de los niños y niñas; es un objetivo que atraviesa toda la malla curricular, y resulta atractivo mostrarlo y desarrollarlo a través de la astronomía, a los niños les encanta, les llama la atención, les produce alegría el conocimiento, euforia a veces”, indica.
La profesora precisa que cuenta con el apoyo de las educadoras de párvulos de los cuatro cursos, pues a esta edad los menores son muy concretos en su razonamiento y aún no saben leer. “Les enseñamos a observar, a valorar la importancia de cuidar el medio ambiente, de proteger los cielos oscuros -evitando la contaminación lumínica-, les explicamos los conceptos, pero les damos espacio para que ellos exploren; no queremos matar su creatividad”, precisa.
Así, los pequeños aprenden a mirar el sol con instrumentos, a descubrir las manchas solares y qué significan; a entender que el oxígeno es indispensable para la vida desarrollando juegos simples. “Estamos en el mejor lugar del mundo para la observación astronómica; aunque no todos los niños van a ser astrónomos en el futuro, es importante crear conciencia que pueden desarrollarse en muchas actividades asociadas a la investigación científica”, concluye.